Dedicatoria

«Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.»

De «Last River Together» 1980, Leopoldo María Panero.

Diarios Secretos

noviembre 1, 2011

“Me siento dependiente del mundo y por ello tengo que temerlo también en los momentos en que no me ocurre nada malo. Me veo a mí mismo, al yo en el que pude reposar, como un lejano islote añorado que se ha apartado de mí”

9 de noviembre de 1914, Ludwig Wittgenstein

Conte / Cuento

octubre 7, 2011

Heus ací que a l’estany de Banyoles no hi viu només un drac, si no també fades que viuen sempre a l’aigua, conegudes com aloges o dones d’aigua. Aquestes fades viuen a les fonts i els estanys -i no només al de Banyoles – i normalment se les sol veure de nit … tot i que veure-les pot tenir conseqüències meravelloses o horribles. I en aquesta història ho veurem:
Temps era temps quan una velleta voltava de nit per l’estany, mentre la lluna il·luminava el camí. Però se’n va desviar quan va veure una llum estranya vora l’aigua. Allà, amagades entre la verdissa i pedres, hi havia unes fades que teixien la seva roba màgica i meravellosa. La velleta, temerosa d’aquestes fades, s’intentà allunyar, però amb la desgràcia que al girar-se va trencar un branquilló.
Les aloges ho van sentir i varen sortir al seu encontre i no els va ser difícil rodejar-la. I l’amenaçaren:
– Velleta, ja que ens has vist i destorbat,
a trenc d’alba la nostra roba hauras rentat.
Un present et darem, si al sortir el sol has acabat.
Mil maleficis conjurarem, si la nit se t’ha escapat.
I la velleta, espantada, es va posar a rentar la roba. Renta que rentaràs, al cap d’una bona estona tota l’havia rentat. I les fades, juganeres, compliren la seva paraula.
– Aquí tens una bossa amb un present, però no la miris fins arribar a casa!
I la velleta així ho feu. En arribar, va obrir la bossa i va veure que hi havia un munt d’or.
Al fer-se de dia, la velleta va sortir a mercat i va comprar moltes coses que necessitava. I quan,la seva millor amiga li va demanar per aquella nova fortuna, la velleta no se’n va poder estar d’explicar-ho.
La seva amiga, cobejosa, va tornar a casa corrents esperant que fos de nit. Les hores no li passaven, i mentrestant pensava que faria amb tot aquell or.
Quan el sol era amagat i ben amagat, l’amiga va sortir de casa i va començar a donar la volta a l’estany, cercant les fades que tant d’or donaven. I caminant, caminant, heus ací que les va trobar. I poc dissimuladament, va fer un gran terrabastall.
Les fades es van espantar, però al cap d’un moment es van recuperar i la van rodejar, i tal com féren amb l’altre velleta la nit anterior, li digueren:
– Velleta, ja que ens has vist i destorbat,
a trenc d’alba la nostra roba hauras rentat.
«Un present et darem, si al sortir el sol has acabat.
Mil maleficis conjurarem, si la nit se t’ha escapat. »
I ella, tota contenta, es va posar a rentar la roba. Va acabar prou d’hora i les fades, contentes, li feren el mateix present, i li digueren la mateixa advertència:
– Aquí tens una bossa amb un present, però no la miris fins arribar a casa!
I l’amiga es dirigí cap a casa. A mig camí però, la cobdicia va poder amb ella i va mirar què hi havia a la bossa. I la seva sorpresa fou ben gran quan veié que només hi havia … sègol!. Tota enrabiada, ben enfurismada, va obrir la bossa i la va llençar ben endins el bosc.
A l’arribar a casa, però, tots els que hi havia es van quedar meravellats. La faldilla que duia era ben plena de pols d’or que brillava amb la llum del foc. Després de recollir tota la pols que va poder, la dona, comprenent el que havia fet, va còrrer un altre cop al bosc, però no va saber trobar gens d’or i, preguntant a les fades, aquestes li digueren que el vent ho havia fet volar tot.
I així fou com l’amiga va tornar a casa, igual de pobra, i sense voler saber res més de les fades de l’estany de Banyoles.

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He aquí que en el lago de Banyoles no vive sólo un dragón, sino también hadas que viven siempre en el agua, conocidas como Aloges o mujeres de agua. Estas hadas viven en las fuentes y los estanques-y no sólo al de Banyoles – y normalmente se las suele ver de noche … aunque verlas puede tener consecuencias maravillosas o terribles. Y en esta historia lo veremos:
Érase una vez cuando una viejecita rondaba de noche por el lago, mientras la luna iluminaba el camino. Pero se desvió cuando vio una luz extraña cerca del agua. Allí, escondidas entre la verdísimo y piedras, había unas hadas que tejían su ropa mágica y maravillosa. La viejecita, temerosa de estas hadas, intentó alejarse, pero con la desgracia que al girarse rompió una ramita.
Las Aloges lo oyeron y salieron a su encuentro y no les fue difícil rodearla. Y la amenazaron:
– Viejecita, ya que nos has visto y estorbado,
al amanecer nuestra ropa habrás lavado.
Un presente te daremos, si al salir el sol has terminado.
Mil maleficios conjura, si la noche se te escapado.
Y la viejecita, asustada, se puso a lavar la ropa. Lava que lavarás, al cabo de un buen rato toda la había lavado. Y las hadas, juguetonas, cumplieron su palabra.
– Aquí tienes una bolsa con un presente, pero no la mires hasta llegar a casa!
Y la viejecita así lo haga. Al llegar, abrió la bolsa y vio que había un montón de oro.
Al hacerse de día, la anciana salió a mercado y compró muchas cosas que necesitaba. Y cuando, su mejor amiga le pidió por aquella nueva fortuna, la viejecita no pudo estar de explicarlo.
Su amiga, codiciosa, volvió a casa corriendo esperando que fuera de noche. Las horas no le pasaban, y mientras pensaba que haría con todo aquel oro.
Cuando el sol estaba escondido y bien escondido, la amiga salió de casa y empezó a dar la vuelta al lago, buscando las hadas que tanto oro daban. Y caminando, caminando, he aquí que las encontró. Y poco disimuladamente, hizo un gran estruendo.
Las hadas se asustaron, pero al cabo de un momento se recuperaron y la rodearon, y tal como hicieron con el otro anciana la noche anterior, le dijeron:
– Viejecita, ya que nos has visto y estorbado,
al amanecer nuestra ropa habrás lavado.
«Un presente te daremos, si al salir el sol has terminado.
Mil maleficios conjura, si la noche se te escapado. »
Y ella, toda contenta, se puso a lavar la ropa. Terminó bastante temprano y las hadas, contentas, le hicieron el mismo presente, y le dijeron la misma advertencia:
– Aquí tienes una bolsa con un presente, pero no la mires hasta llegar a casa!
Y la amiga se dirigió a casa. A medio camino pero, la codicia pudo con ella y mirar qué había en la bolsa. Y su sorpresa fue muy grande cuando vio que sólo había … centeno!. Toda rabieta, bien enfurecida, abrió la bolsa y la lanzó bien adentro el bosque.
Al llegar a casa, pero, todos los que había se quedaron maravillados. La falda que llevaba era muy llena de polvo de oro que brillaba con la luz del fuego. Después de recoger todo el polvo que pudo, la mujer, comprendiendo lo que había hecho, corrió de nuevo al bosque, pero no supo encontrar nada de oro y, preguntando a las hadas, estas le dijeron que el viento lo había hecho volar todo.
Y así fue como la amiga volvió a casa, igual de pobre, y sin querer saber nada más de las hadas del lago de Banyoles.

Y esto es todo, pero tal vez es necesario plantarse, que aunque parezca un simple cuento infantil, dijo un sabio: La madurez del hombre es haber recobrado la seriedad con que jugábamos cuando éramos niños.

La Llamada

septiembre 28, 2011

El mundo en que vivimos es insultantemente simple para la 
complejidad de nuestras mentes. Podemos desarrollar ideas 
fantásticas de todo tipo, panteones de dioses, magias de 
cualquier clase, tecnología que nunca llegaremos a utilizar 
y lugares muy distintos a los que nos ha tocado vivir. 
Sin embargo, poniendonos en la piel de un ciudadano estandar su
función es tristemente reducida a nacer, crecer, reproducirse y
morir. Durante este tiempo el individuo prima tres objetivos 
vitales: Encontrar una estabilidad laboral, un grupo de 
semejantes que le comprendan y encontrar una pareja con la que
reproducirse y fabricar nuevos ciudadanos medios. Y así el 
proceso vuelve a empezar. Y mientras tanto fuera del mundo real,
un intrepido caballero ha pasado 40 años matando dragones, 
un poderoso nigromante ha cruzado las puertas del infierno, 
se ha descubierto la máquina del tiempo... ¡Pobre ciudadano 
medio, que pequeño e insignificante es! ¡Qué prescindible! 
Incluso la vida de aquellos que han nacido principes y morirán 
reyes, parece sosa en comparación a la imaginación humana en 
estos dos millones de años de existencia. Pese a todo, estos 
pobres tienen un arma capaz de destruir a la humanidad entera, 
someter a los Dioses, o a superar la velocidad de la luz, un 
arma que podemos denominar dieta cultural. Los humanos reales 
tenemos una ventaja respecto a nuestros congeneres imaginarios 
y es la cantidad ilimitada de mundos que podemos visitar durante
nuestra vida a través de la literatura, mientras un mago nacerá
y vivirá como tal, dedicando años enteros a estudiar y mejorar 
sus conjuros, nosotros podemos tomar su cuerpo durante unas 
horas y vivir de tal modo para luego continuar siendo un 
alienígena que pasea y experimenta en el planeta Tierra. La 
entrada de hoy es una dedicatoria al ''Maestro''. Un tributo a 
aquél que consigue atraparnos en sus lecturas de tal forma que 
durante un rato. Lovecraft nos sumerge en un mundo fantástico.
Un mundo en el que no hay salvación posible y el personaje con 
mayor suerte es aquél que pasa el resto de sus dias en un 
manicomio. Así pues sin más preambulos os dejo con un fragmento 
de uno de sus relatos para que podais deleitaros, y podáis 
conocer pequeñas pinceladas de lo que nos dibuja en cada uno de
 sus ensayos:  


"No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de 
la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en 
ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por 
los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino 
emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos 
propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día 
la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la 
realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, 
perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación,
o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y 
la paz de una nueva edad de las tinieblas. Algunos teósofos han
sospechado la majestuosa grandeza del ciclo cósmico del que 
nuestro mundo y nuestra raza no son más que fugaces 
incidentes. Han señalado extrañas supervivencias en términos 
que nos helarían la sangre si no estuviesen disfrazados por un 
blando optimismo. Pero no son ellos los que me han dado la fugaz
 visón de esos dones prohibidos, que me estremecen cuando pienso
 en ellos, y me enloquecen cuando sueño con ellos. Esa visión, 
como toda temible visión de la verdad, surgió de una unión 
casual de elementos diversos; en este caso, el artículo de un 
viejo períodico y las notas de un profesor ya fallecido. Espero
 que ningún otro logre llevar a cabo esta unión; yo, por cierto,
 si vivo, no añadiré voluntariamente un sólo eslabón a tan 
espantosa cadena. Creo, por otra parte, que el profesor había 
decidido, también, no revelar lo que sabía, y que si no hubiese 
muerto repentinamente, hubiera destruido sus notas.  


(...) 


Cthulhu existe también, supongo, en ese refugio de piedra que le
sirve de abrigo desde que el sol era joven. Su ciudad maldita 
se ha hundido otra vez, pues el Vigilant navegó por aquel lugar
 después de la tormenta de abril; pero sus ministros en la 
Tierra bailan aún, y cantan y matan en lugares aislados, 
alrededor de monolitos de piedra coronados de imágenes. Cthulhu
 tuvo que haber sido atrapado por los abismos submarinos pues si
 no el mundo gritaría ahora de horror. ¿Quién conoce el fin? Lo 
que ha surgido ahora puede hundirse y lo que se ha hundido puede
 surgir. La abominación espera y sueña en las profundidades del
 mar, y sobre las vacilantes ciudades de los hombres flota la 
destrucción. Llegará el día... ¡pero no debo ni puedo pensarlo! 
Ruego que si no sobrevivo a este manuscrito, mis ejecutores 
testamentarios cuiden de que la prudencia sea mayor que la 
audacia e impidan que caiga bajo otros ojos. " 


La llamada de Cthulú, H.P. Lovecraft. 

Preparados y adentraros, en un mundo, donde las reglas 
espacio-tiempo juegan un papel distinto al que estamos
acostumbrados y se alteran irremediablemente, y donde los 
limites los pones tú, el lector.

«Y hasta hoy reina un silencio de flores calcinadas, de interminables rejas, como un sordo enjambre de arañas en nuestros sesos.»


SLAVOJ ZIZEK…

agosto 14, 2011

Bienvenid@s…

Documental ZIZEK! (2005)

Zizek y los retretes